Monday, October 30, 2006

Perros y diamantes


Desde la aparición de Willy allá por la mitad de los ochentas, la única duda sobre el perro que quiero tener es va a ser un pug o un bulldog francés. Son una cosita. Además no ocupan espacio, no se mueven, casi no ladran y prácticamente pasan de todo.

La excepción es Frank, el pug hiperactivo, que debería ser objeto de estudio y protagonista de un documental. De momento no hay imágenes del fenómeno porque tengo un poco de miedo: si Frankie se volvió loco con las luces de un restaurante chino, si lo le enfoco con una cámara puede pasar cualquier cosa.

Última hora: estaba terminando una web chulísima con estos perros de fondo y me los quieren cambiar por vacas. No hay derecho.