Ida y vuelta
"... ¿Wirsich? Se había ido hacía tiempo, le dijeron. Era absolutamente imposible seguir con él. Si no estaba borracho el día entero lo estaba la mitad.
Joseph pidió disculpas y salió de la tienda. ¿Será posible?, pensó avanzando a paso lento hacia el edificio de correos. Al pasar por el albergue, que estaba en el camino, lo vio de pronto sentado en una de las mesas, con aire de desesperación y la cabeza apoyada en el hueco de la mano. La cara del desdichado tenía la palidez de la muerte, su ropa estaba sucia y su mirada no se advertía ningún signo de vida.
Joseph se acercó y se sentó junto a su predecesor. Ninguno de los dos habló mucho. Por regla general, la consciencia de la desgracia nunca encuentra palabras. Se puso a beber para acercarse, por así decirlo, un paso más al alma y un grado más a la comprensión de su compañero, pues intuyó que, en este caso, la lucidez mental hubiera sido casi inapropiada"
Robert Walser. El Ayudante
Joseph pidió disculpas y salió de la tienda. ¿Será posible?, pensó avanzando a paso lento hacia el edificio de correos. Al pasar por el albergue, que estaba en el camino, lo vio de pronto sentado en una de las mesas, con aire de desesperación y la cabeza apoyada en el hueco de la mano. La cara del desdichado tenía la palidez de la muerte, su ropa estaba sucia y su mirada no se advertía ningún signo de vida.
Joseph se acercó y se sentó junto a su predecesor. Ninguno de los dos habló mucho. Por regla general, la consciencia de la desgracia nunca encuentra palabras. Se puso a beber para acercarse, por así decirlo, un paso más al alma y un grado más a la comprensión de su compañero, pues intuyó que, en este caso, la lucidez mental hubiera sido casi inapropiada"
Robert Walser. El Ayudante
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